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Egon el Extraordinario

Espiral de Ámbar – Capítulo 9: Epílogo

Segura de que el Maestro Original se había ido para siempre y sin cadenas que me ataran, pude regresar a mi cuerpo. En medio de los escombros, solo quedábamos Egon y yo. Me decepcionó escuchar que Chamille había escapado llevándose algunos de los artefactos, pero su traición es algo de lo que puedo ocuparme después. Egon me ayudó a recoger algunas reliquias, que llevaré a un subsótano de la Torre Borg donde tengo la certeza de que estarán seguras.

Estaba un poco reacio a entregar la Vendavarita (el nombre se lo puso él, no yo), preocupado de ser un fraude sin ella.

—Regresaré a la construcción. Pero, sin la varita, solo seré un fraude.

—No —le aseguré—. Puedes ser auténtico. Puedes ser un verdadero mago.

Espero que siga mi consejo.

Mientras contemplo la Urna de la Enemistad, no puedo evitar pensar en aquello para lo que se creó el ámbar. El Maestro del Ámbar Original estaba obsesionado con tomar lo que no era suyo, y fue esa obsesión lo que lo llevó a recorrer un camino muy solitario, al igual que mi padre.

Pienso en mis amigos y me alegra que me ayudaran a encontrar un camino diferente, donde el ámbar pueda ser una herramienta para el trabajo en equipo y no para el hurto. Para practicar la unidad, no la envidia.

A pesar de toda la emoción, me entristecía haber sido manipulada con tanta facilidad por el Maestro del Ámbar Original. Mi visión parece sospechosa en retrospectiva. ¿Será que mi enorme deseo de que fuera real hizo que me dejara llevar a lo que a todas luces era una trampa?

Quizá sea hora de aceptar que ella se ha ido. Siento como si volviera a perderla, pero si esta aventura me ha enseñado algo, es que hay cosas que es mejor dejar en el pasado. Además, tengo un emocionante futuro por delante.